San Miguel de Salinas
miércoles, 30 de octubre de 2024
7:00
El cielo —despejadísimo— refleja la tenue luz crepuscular.
Abro la iglesia, observo el altar de santa Rita, lo imagino como lo imagino —como un Cielo abarrotado de santos— y salgo para el hospital.
Desde mi conversación de ayer con el arcipreste no dejo de rezar y de pedir oraciones por esa capellanía. Será lo que Dios quiera.
7:30
Preparo el altar para la misa votiva de san José porque es miércoles, no como ayer que era martes y celebré la votiva de san José porque me equivoqué.
Empiezo a leer «El Señor», de Romano Guardini. Lo compré y lo leí por primera vez en 2003, en Finestrat. Luego, mientras estuve en aquella parroquia, lo usé bastante para preparar las homilías dominicales. Con el traslado de parroquia, el libro fue a parar a una caja donde ha descansados largos años hasta que lo recuperé recientemente.
Laudes.
8:00
Misa votiva de San José.
8:30
Recojo todo y preparo la misa para el lunes porque el viernes no hay misa en el hospital.
Me siento ante el sagrario.
9:25
Subo a la azotea, bajo hasta la salida y salgo para San Miguel.
9:50
Saludo a Joan y voy a la casa abadía. Empiezo a contestar mensajes y llamadas perdidas.
10:15
Voy a la iglesia. Joan me ayuda a mover la imagen del Cristo Resucitado y a ponerla ante el altar de santa Rita. Está bien que sea Él quien abra la marcha de Todos Los Santos.
Coloco en altar la imagen de santa Gema junto a la de santa Cecilia, un cuadro de san Miguel, otro de san Vicente Ferrer, una imagen de una santa —india de norteamérica— cuyo nombre he olvidado, una foto con reliquia de san Pío de Pietrelcina, un cuadrito de san Francisco con los pájaros… Para llevar las imágenes de santa Teresa de Lisieux, de san Juan Evangelista y de la Virgen del Rosario necesitaré ayuda. Por el momento se quedan donde están.
11:00
Segunda misa votiva de san José. La ofrecemos por Joaquín que murió ayer, pocas horas después de recibir la unción de enfermos.
Al terminar la misa, Teresa y doña Nati entran con el cestillo de la colecta y haciendo fiesta porque ha venido el matrimonio francés que suele dejar veinte euros.
Con la ayuda de Joan, llevo la imagen de san José al altar de santa Rita, barremos todo y colocamos algunas flores. Muy bien.
12:00
Ángelus.
Oficio de lectura.
Anoto los veinte euros del matrimonio francés en la cuenta de la parroquia.
Pongo una lavadora.
Me empleo en la limpieza del cuarto de estar.
Me escribe Iván el belga: que esta tarde me ayudará a preparar el altar de Casi Todos los Santos.
13:00
Sexta.
Lectura del capítulo 4 de san Mateo.
Lectura de «La felicidad donde no se espera».
Retomo la lectura de «El Señor».
14:00
Voy a comer a casa de doña Nati. Encuentro a Eva y a Samira charlando animadamente.
14:45
Me despido y voy a la farmacia para comprar mis pastillas amarillas pequeñas. Luego voy a la casa abadía y me tomo tres de esas pastillas y una pastilla amarilla grande.
15:00
Noticias en Antena 3. Setenta muertos en Valencia por la Dana. El Obispo de Orihuela-Alicante pide que nos unamos en oración por ellos.
15:30
Voy con Iván el belga a terminar de preparar el altar de Casi Todos los Santos. Se nos une espontáneamente una forastera que se presenta como Zneis, o algo así. Es musulmana, de Argelia, pero dice —señalando la imagen de Cristo Resucitado— que cree en Dios. Deja su bolso en un banco, se remanga y nos ayuda a transportar la imagen de san Juan Evangelista, que es la más pesada. Luego Iván se va y yo me quedo charlando con Zneis. Lleva ocho meses en España y dos en Sa Miguel. Habla bastante bien el español. Le doy la bienvenida a San Miguel y las gracias por su ayuda, sacudimos nuestras manos y nos despedimos. Mando a Arquilatría una foto del altar.
15:50
Misterios gloriosos.
16:10
Tiendo la ropa.
16:20
Desde hace meses no funciona la cafetera. La desmonto, la vuelvo a montar y funciona.
16:30
Voy a la iglesia.
Visita al Santísimo.
Me siento ante el Sagrario con «El Señor» de Romano Guardini.
Al rato oigo unos gemidos a mis espaldas. Miro y veo a una señora que reza ante el altar de Casi todos los Santos. Luego pasa, sollozando, al altar del Cristo yacente y se abraza a Él. Luego va a rezar ante la Dolorosa. Cuando pasa junto a mí me levanto y le dedico una sonrisa. Me saluda pero no se detiene sino que sigue rumbo al altar de Nuestra Señora del Carmen. En ese momento llega Teresa y se pone a charlar con ella. Me alegro y me siento para terminar mi oración.
17:05
Voy al patio de la casa abadía para inspeccionar las plantas. Teresa está ordenando la ropa en el despacho de Cáritas. Viene una persona que busca a Teresa y la ayuda de Cáritas. Las dejo charlando y subo a hacerme un café con leches, más que nada por probar la cafetera. El café muy bien pero enseguida me arrepiento: ¿podré dormir esta noche?
Trasteo en WhatsApp. José Manuel manda el programa de la peregrinación de las cofradías con motivo del jubileo 2025. Arquilatría, alaba el bodegón de santos arracimados que hemos preparado en el altar de santa Rita. Mensajes de PDG, MGC, PHR, Coro, Arciprestazgo, GJEM, María Dolores, Mariano, Rafa. Mavi, Reinaldo… Dejo algunos en cola.
17:35
Preparo el libro de misas para el mes de noviembre.
Descargo la epacta de la CEE. ¿Por qué no me aparece en «descargas»? Le doy a «guardar en descargas» y ya aparece allí. Muy bien. Según la epacta, el próximo sábado —por razones pastorales— se podría celebrar la misa vespertina del domingo a partir de la hora de nona.
Mando a las listas de difusión de San Miguel y Torremendo los horarios de misas y visitas al cementerio de los próximos días.
18:00
Vísperas con DivineOffice. As sun declines and shadows fall.
18:24
Desarmo, limpio y vuelvo a armar un pequeño radiador eléctrico. Ahora puedo encenderlo sin que huela a polvo quemado. Me felicito.
18:38
Voy a la tienda de Isabel. Aprovecho para llevar una bolsa de basura orgánica al contenedor de tal y una de vidrio al de vidrio. JJ está recogiendo las mesas de la terraza. Al volver de la tienda paso por la iglesia, vuelvo a meter la planta de la piadosa china, rezo ante el altar de Casi Todos los Santos por mis intenciones particulares —que son tres— y por las intenciones que han encomendado a mi oración que no son pocas. Las últimas son las primeras y la primera es la que esta misma tarde me ha confiado, desde Uruguay, un mi amigo.
Luego hago la última visita del día al Santísimo. Ante el sagrario arde una velita de verdad porque la que yo puse ayer —una velita que alguien trajo del chino, de esas de mentira, a pilas— la removió esta mañana Joan sin desdén pero con enérgico celo. Muy bien por ella.
Apago las luces y cierro la iglesia.
19:05
Abro mi correo e. Borro treinta y cinco correos sin leerlos. Leo con atención el de una señora cubana que busca información sobre su abuelo nacido en 1871. Se lo mando a Teresa con el ruego de que me recuerde que hay que buscar esa partida cuanto antes. Al mandárselo veo que ella me ha mandado otro mensaje para que apunte una boda para el 16 de agosto del año que viene.
Sigo con el correo.
Presto especial atención a uno, largo y precioso de mi doña EA. Lo leo y lo releo y me emociono un poco. Veo que me lo mandó ayer.
Lo leo y lo releo otra vez y me pregunto: «Y ahora yo, ¿que digo?».
Cierro los ojos para pensar un poco. No me duermo. Empiezo a escribir mi respuesta despacito, recapacitando un poco y, cuando mando mi correo en respuesta al de mi doña son las
20:00
Me preparo una ligerísima cena: un yogur y diez uvas pasas. De postre un Almax a base de almagato.
Me sonrío un poco por lo del «Almax» —que me recuerda un chiste malo buenísimo sobre las últimas palabras de un moribundo— y por lo de «almagato» que es una palabra muy graciosa en sí, si uno la examina atentamente.
20:15
Ya he recogido la cocina. Nadie diría que hace solamente quince minutos se ha celebrado allí una cena que dejaría chiquitas a las de Baltasar.
Me siento ante mi Mc para recapitular el día.
Guardini —la verdad— está muy bien. Y las comparaciones son odiosas. Pero yo —la verdad— cuando se apaga el día, tengo mono de Chesterton, de cuentos infantiles y de imágenes.
Busco en el libro de mi doña Ana Rodríguez Agüero una cita que copié y perdí en mi viejo Mc —pero que, por fortuna, subrayé en el mismo libro— y la encuentro enseguida. Es de R López Tames. Dice asina: «El mundo pequeño de los títeres es propio de la infancia. Quizás decir pequeño no sea cierto ya que con ellos, sean de guante o marioneta sin (?) hilos, se ofrece toda la sorpresa y sugestión que se pueda conseguir con cualquier forma de teatro. Si está cerca de la infancia es porque los títeres son en primer lugar juguetes, aunque tengan vida propia».
Estoy a punto de terminar esta página de mi diario. Antes de irme a la camita, si Dios quiere, rezaré completas. Pero ya me va arrullando una imagen —un recuerdo— ideal para soñar con los angelitos. Se trata de una foto en blanco y negro que debió de tomarse allá por 1965 o así. Aparezco en ella con un grupo de niños que, si mi memoria no me engaña, celebran un cumpleaños. Estamos todos sentados en el suelo del salón —creo— de la casa de mis padres. No estamos mirando a la cámara de fotos. Estamos todos, con los ojos muy abiertos —como solamente los niños saben estar— contemplando un guiñol.
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Es usted muy amable. No lo olvide.