sábado, 5 de octubre de 2024

Diario. Viernes, 4 de octubre de 2024

 San Miguel de Salinas

viernes, 4 de octubre de 2024


7:00

Abro la iglesia. Un coche de la policía tapona la salida del garaje. Voy a la panadería, mueven el coche y salgo para el hospital.

7:25

Preparo el altar. Otra vez han olvidado abrir la puerta. La congregación tiene que entrar por la sacristía. 

Oficio de lectura y laudes. 

8:00

Primera misa de san Francisco de Asís. 

8:20

Recojo todo y me siento ante el sagrario. 

9:10

Subo los ochenta y un escalones y vuelvo a San Miguel. 

9:30

Voy a la casa abadía, recojo la ropa que tendí anoche y, con mi bata de faena, me pongo a limpiar. 

10:40

Voy a la iglesia. 

11:00

Segunda misa de san Francisco de Asís. 

Vienen el comandante del puesto de la Guardia Civil y cuatro guardias. Uno de los guardias es una mujer y va de paisano. Me dicen que acaba de llegar al pueblo. Le doy la bienvenida. Van a ensayar para la misa y el homenaje a los caídos del día doce. 

Un penitente pide confesión. Muy bien. 

Termina el ensayo. He quedado con Mariano a las doce y con Jesús a las doce y media. 

Mariano llega puntualmente, nos sentamos en el rincón de san Miguel y charlamos. Nos despedimos a las doce y veinte. Jesús me ha dejado un mensaje: que va a retrasarse veinte minutos. 

Aprovecho para rezar tercia y para ordenar la sacristía. 

Llega Jesús. Nos sentamos en el rincón de san Miguel y charlamos. Nos despedimos a la una y cuarto. 

Tengo setenta y tantos mensajes de veintidós personas o grupos. Piden información sobre la misa del sábado. Nos convocan para la reunión de arciprestazgo el lunes. El grupo de prematrimonial está muy animado. Armin invita a cenar a los músicos del concierto de Adviento y al cura el jueves 17 en Los Alcázares a las 20:00. 

Lectura de «Las Moradas». 

Lectura del Evangelio de san Juan. 

14:00

Voy a comer a casa de doña Nati. 

14:45

Visita al Santísimo. Noticias en Antena 3. 

15:30

He quedado a las siete con Mari Luz. A las ocho y media tengo que estar en Orihuela porque viene el obispo para la presentación del plan de pastoral. No hay tiempo que perder. 

Misterios dolorosos cumpliendo el encargo de Arquilatría. 

15:50

Reviso el correo. Del obispado mandan la lista de los curiales y el NODI. Echo un vistazo al NODI. Se anuncia un Congreso Mariológico para febrero. 

Pongo en el muro de FBK de la parroquia el programa diocesano «De par en par». 

Mando a Teresa un video de YouTube titulado «¿Por qué celebrar ad orientem?».

16:30

Voy a la iglesia para mirar fijamente al sagrario. 

Llega Iván y me da 50 euros. Dice que le gustaría darme más. Se pone a quitar las flores secas. Llega Teresa. Llega Encarna. La iglesia se llena de voces y de ecos de voces. Estoy terminando mi oración cuando llega una señora muy sonriente con una niña muy mona. Creía que la catequesis empezaba hoy. No habla muy bien el español por lo que es posible que no entendiera a Teresa cuando le explicó que la catequesis comienza mañana con el rosario. 

17:05

Me siento ante mi nuevo Mc y emprendo la reconstrucción del un documento titulado: «Meditaciones sobre el Evangelio de San Juan». 

18:00

Dejo el Mc para rezar vísperas. 

WhatsApp: Mari Luz me recuerda que hemos quedado a las siete. PDG me manda enigmáticos y poéticos mensajes. El archidiácono hace otro tanto. Los del coro quedan para ensayar a las 20:30. 

Aún tengo tiempo de rezar otra parte del rosario mientras espero en la iglesia a Mari Luz. El cielo se ha puesto ñublo. La veleta señala hacia levante. Misterios gozosos. 

Mari Luz llega puntualmente con el amable organizador del rosario  de mañana, cuyo nombre he olvidado. Charlamos, hacemos los últimos preparativos, me explican mi papel en el evento y nos despedimos. 

19:40

Salgo para Orihuela. Misterios gloriosos. 

20:10

Aparco cabe el Segura y paseo hasta el Colegio Santo Domingo, magnífico edificio renacentista que ahora pertenece a la diócesis de Orihuela-Alicante. Voy pensando en lo que me espera allí: el encuentro con una multitud de seres humanos muchos de los cuales me preguntarán «¿sabes quién soy?». Sé que los miraré con una sonrisa estúpida intentando en vano recordar algo, sus nombres o algo así. Sé que me entrarán ganas de huir pero también sé cómo evitarlo: poniendo mi mente en blanco. 

Nada más llegar —cinco minutos antes de la hora convenida— veo al vicario de zona. Lo conozco muy bien, es don Aurelio. Lo saludo. Está con un grupo en el que reconozco, vagamente, algunas caras,. Uno o dos me saludan por mi nombre, respondo con una amplia sonrisa y con una reverencia profunda disponiéndome a poner la mente en blanco. Entonces veo —en otro grupo— al arcipreste que me dispensa una acogida cordialísima. Está claro que le sorprende —gratamente— verme llegar y a tiempo. Con la mente casi en blanco entro en la iglesia del colegio. ¡Qué iglesia! ¡Qué maravilla! Recuerdo que alguien —creo que fue un antiguo alumno del colegio—me dijo una vez que ese edificio era el mejor educador para los que estudiaban allí. Por cenutrio que uno sea, pasar la infancia entre tanta belleza tiene que dejar algo, por fuerza, en el alma. Mi propósito es muy simple: encontrar un banco vacío y ponerme a rezar hasta que empiece la cosa. Pero me intercepta un caballero sonriente cuya cara me es muy familiar y cuyo nombre no conozco. Con gran delicadeza me conduce hasta una mesa en la que, al parecer, tengo que identificarme y decir de qué parroquia vengo. Sentadas tras la mesa hay dos señoras simpatiquísimas que, al verme, se echan a reír. Hago una reverencia con la mente en blanco. «¿No sabe quiénes somos?». Entre la espesa y blanca neblina de mi mente se abre paso una débil luz. Creo que son de Los Montesinos. Es imposible comportarse, no digo caballerosa sino dignamente, cuando uno es incapaz de reconocer a unas señoras tan amables. Por fin encuentro un banco vacío y me siento —o me refugio— detrás de una religiosas cuyo hábito blanco me reconforta mucho. 

20:40

Empieza —con diez minutos de retraso— la cosa en sí. Empieza con un cántico armonioso. Luego el obispo traza —magistralmente— las grandes líneas del plan de pastoral y del proyecto de evangelización. Este año, segundo del primer bienio, todos debemos poner nuestra meditativa atención en el asunto de la acogida. Luego el vicario de zona nos ayuda a considerar que no es posible acoger a otros si uno mismo no es acogedor, y que nuestro modelo, en eso como en todo, debe ser  Cristo. Nos lanza una pregunta: «Si alguien llega a vuestra comunidad ¿querrá volver?». Interviene luego el vicario de Pastoral pero mi meditativa atención se ha centrado en la pregunta del vicario de zona. Mientras habla el vicario de Pastoral yo divago. Pienso en David Penward que le dijo a Joan: «Cuando entro en esta Iglesia (de San Miguel de Salinas) me siento abrazado». Se lo dijo en un momento de gran desconsuelo. Se lo dijo cuando acababa de conocer a Joan y no había cruzado una sola palabra conmigo. Pienso en Teresa que no deja de repetirme cada día que no viene a la iglesia por mí —un tipo más bien hosco y lleno de manías— sino por el Señor que la llena de paz. Pienso en Joan que cayó por nuestra parroquia por casualidad y que, desde el primer día, me dejó muy claro que ella buscaba a Dios, no a mí. Sigo divagando y ahora pienso en mí y en todos los amigos que he encontrado, sin buscarlos, sentándome ante el sagrario y poniendo la mente en blanco cuando la iglesia se llena de voces.

viernes, 4 de octubre de 2024

Diario. Jueves, 3 de octubre de 2024

 San Miguel de Salinas

jueves, 3 de octubre de 2024


10:00

Me felicito: he conseguido preparar otra hoja de cálculo para mis cuentas personales. «Nosotros, los técnicos informáticos de toda la vida», me digo mientras pongo una lavadora. Acto seguido llamo a Teresa que ha pasado bien la noche, limpio la mesa de mi despacho, me aseo un poco y voy a la iglesia.

Saludo a Joan y a Laura. Llega Teresa. Joan le trajo ayer un bizcocho y un tarjetón porque era su cumpleaños. Se lo entrega. Luego examinamos su brazo, que está terriblemente hinchado y amoratado, y le damos muchos consejos médicos contradictorios. 

10:30

Expongo el Santísimo, Andrés incoa el Pange lingua etc. 

Joan tiene una extraordinaria sensibilidad para la liturgia y se nota el cariño que pone en la sacristía y en los preparativos de cada acto.  

10:50

Doy la bendición con el Santísimo. 

A continuación ordenamos el altar orientándolo hacia el pueblo porque va a celebrar el arcipreste. 

Llega el arcipreste, nos saludamos, nos despedimos y me voy. 

11:10

Meto mi nuevo Mc en una maletita, cierro las ventanas de la casa abadía y salgo para La Lloseta. Estoy en el garaje cuando me llama Belén para recordarme que hoy cenamos en el chino co Delia. 

Misterios gozosos con Benedicto XVI. 

Durante el camino suena el teléfono, es María. No puedo contestar. 

Al llegar a La Lloseta llamo a María. No contesta. 

14:00

Voy a comer a Torrrellano. Luego en La Torre, paseo por el palmeral rezando los misterios del día: luminosos. 

Acto seguido, me siento ante mi nuevo Mc. Compruebo cómo está la sincronización con mi iPhone. Todo va bien. 

Rehago el formulario para las comunicaciones de matrimonio y me queda más bonito que el antiguo. Me felicito. 

Me siento en el sillón de la abuela Paquita con «Amigos de Dios» para hacer un rato de oración. 

Vuelvo a mi Mc. Me da consejos para que pruebe las mil y una maravillas que podría hacer con él si supiera usarlo. Juzgo que no es momento para aprender cosas nuevas y empiezo a rehacer, pacientemente, el largo y lindo informe sobre la parroquia que tanto le gustó al obispo emérito, Monseñor Murgui, cuando hizo la visita pastoral. Incluye una breve historia de la parroquia, estadísticas y gráficos de población y todo eso. 

A las seis —después de comprobar seis veces que todo lo que he hecho está en la nube— cierro el Mc, leo el Evangelio de San Juan, recojo todo y salgo para Los Montesinos. 

Misterio dolorosos con BXVI. 

19:15

Expongo el Santísimo y me siento en el confesonario. 

Me dispongo a rezar vísperas cuando llega un penitente. Luego otro. Luego otro. Luego otro. Luego otro. 

Me dispongo a rezar vísperas cuando llega Ainoa y me presenta a un pintor colombiano cuyas pinturas están expuestas ante el altar. Quieren que bendiga las pinturas, al pintor y a todos los que se dejen. Les digo que lo haré con mucho gusto después de la homilía. M explican que, durante la procesión de entrada, el pintor colombiano y una niña del pueblo llevarán una bandera de Españita y otra de Colombia hasta las gradas del presbiterio y las erigirán allí. Les digo que me parece muy bien. 

Aún tengo tiempo de rezar vísperas antes de dar la bendición con el Santísimo. 

20:00

Misa de san Francisco de Borja. 

La homilía —una diatriba contra los iconoclastas— recuerda que el Buen Jesús, que podría haber escrito libros maravillosos, decidió, en cambio dejarnos solamente dos autorretratos: uno en el velo de la Verónica, durante su Pasión, y otro —que puede verse en Turín—  en el momento exacto de su gloriosa Resurrección. 

La homilía acaba con un «¡Viva Colombia!» Que hace sonreir a la congregación y llorar al pintor. 

A continuación imploro la bendición de Dios sobre las pinturas y los presentes con la fórmula del bendicional de san Ambrosio de Capadocia que parece pintiparada para la ocasión: «¡Oh Dios, que nos has dado en tu Hijo Jesucristo una imagen de tu rostro! Dígnate bendecir estas piadosas pinturas. A su autor y a cuantos las veneren con fe y devoción, concédeles perpetua salud de alma y cuerpo, por Jesucristo, nuestro Señor». 

Luego viene la oración de los fieles que, en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar, siempre trae alguna sorpresa. La de hoy, viene cuando el monitor nos invita a orar «por todos los que pasan largas noches de insomnio». 

La misa continúa como de costumbre. 

21:00

Me siento en una mesa del chino. 

Llega Belén. Charlamos. 

Llega Delia. 

Yo pido arroz tres delicias, Belén pide unos tallarines de Corea, Delia pide pato a la pekinesa. Lo compartimos todo mientras planeamos el comienzo de la catequesis. 

22:30

Nos despedimos. Voy a la iglesia, rezo completas, apago las luces y cierro las puertas. 

Ya en la casa abadía, saco la ropa de la lavadora y la tiendo. 

Juzgo que ha llegado el momento de recapitular el día. ¿Recapitular? Sí: recordar sumaria y ordenadamente lo que por escrito o de palabra se ha manifestado con extensión.

miércoles, 2 de octubre de 2024

Diario. Miércoles, 2 de octubre de 2024

 San Miguel de Salinas

miércoles, 2 de octubre de 2024


7:00

Salgo de La Torre. Voy escuchando una piadosa meditación. Es de noche. Solamente al cruzar las salinas de Santa Pola empieza a verse, sobre el horizonte del mar, el primer resplandor del crepúsculo. 

Llego al hospital con el tiempo justo para preparar el altar y celebrar la misa de ocho: santos ángeles. 

Luego de recogerlo todo, me aplico a la recitación del oficio de lectura y las laudes. Subo los ochenta y un escalones y vuelvo a San Miguel. 

Recuerdo que, antes de irme a Suiza, mandé a Teresa copia de las cuentas parroquiales por lo que tengo la esperanza de poder reconstruirlas. Me alegro. 

10:00

Llego a San Miguel y saludo a Joan. Llama Teresa: se ha roto el húmero y está en el hospital. Le digo que me llame cuando llegue el momento para pasar a recogerla. 

Voy a la casa abadía y me tomo las cuatro pastillas amarillas que tenía que haberme tomado el domingo. 

Me revisto y voy al confesonario. Tercia. Lectura de «Las Moradas». Como no hay penitentes, aún tengo tiempo para contestar algún wasap. 

11:00

Segunda misa de los ángeles. 

11:45

Me encierro en el despacho dispuesto a reconstruir las cuentas parroquiales. 

12:50

Me llama Teresa, que puedo pasar a buscarla. He conseguido rehacer la hoja de cálculo en mi nuevo Mc y reconstruir dos meses de las cuentas de San Miguel. Salgo para el hospital 

13:30

Dejo a Teresa en su casa. No tienen que operarla. 

Vuelvo a la casa abadía y me entrego a la lectura del «Evangelio de San Juan». Rezo el rosario, recojo todo y voy a comer a casa de doña Nati. 

14:45

Salgo de casa de doña Nati. Hoy, ni tertulia ni noticias, ni nada. Voy a la iglesia, hago la visita al Santísimo y me siento a mirar fijamente al sagrario. 

15:35

Voy a la casa abadía y me encierro otra vez en el despacho para continuar con el rescate de las cuentas. 

18:27

Llevo, casi, tres horas con mi empeño. A veces me atasco porque no cuadran las sumas pero nosotros, los matemáticos de toda la vida, no nos desalentamos. Entonces me llama don JM y me da la triste noticia de la muerte de don Alejandro Llano. Lo recuerdo como a un sabio muy bueno. Descanse en paz. 

Cuando terminamos de hablar aprovecho para estirar las piernas rezando vísperas caminando por el pasillo de la casa abadía. 

20:30

He conseguido reconstruir las cuentas de San Miguel, de Torremendo y del cementerio. Me aseguro de que las he guardado en la nube. Me vuelvo a asegurar. Me vuelvo a asegurar. 

Salgo para hacer una compra. Encuentro en la iglesia a Delia y a Mari Luz. Tatono ha preparado la imagen de la Virgen del Rosario para el rosario del día 5. 

21:00

Vuelvo ala casa abadía con mi compra y me llama d JCR. Está haciendo su paseo vespertino por Madrid. Lo hace para adelgazar. Me cuenta muchas cosas jadeando. Por el teléfono oigo las sirenas de los policías que persiguen a los ladrones. Me cuenta que va a estar en Murcia desde mañana hasta el viernes en un encuentro de  directores de la COPE. Haremos por vernos. 

21:23

Me preparo una cena ligera, la bendigo y me la zampo. 

21:39

Llamo a Teresa. 

21:41

Tengo ciento treinta y pico mensajes de wasap no leídos de veintitantas personas o grupos. Me digo que mañana será otro día para eso pero respondo al mensaje de Jesús HC que me ha mandado una foto de nuestra reunión de ayer. 

Entonces juzgo que ha llegado el momento de pensar en cómo ha ido el día y me pongo a contarlo. 

Mientras lo voy contando pienso y divago. 

Pienso, por ejemplo, que los santos y las personas educadas no suelen hablar de sus penas ni de sus dolores. 

Divago. Creo que hoy, la urgencia de reconstruir las cuentas parroquiales me ha obsesionado un tantico. No hay que descartar que tenga yo una tendencia a querer tenerlo todo controlado, escrito, atado, bien atado, ordenado, archivado etc. Quizá, por ese afán, me esté perdiendo algo. Quizá por eso el Buen Dios ha querido que se eche a perder mi viejo Mc y que, con él, se pierda el fruto de mis obsesiones y que ande yo aprendiendo a usar un nuevo Mc tranquila y tenazmente para empezar todo de nuevo. 

¿Me duele algo? Nosotros, los santos de toda la vida, no hablamos de esas minucias. Si atiendo a mi cuerpo: artritis. Si atiendo a mi alma y miro en el rincón de la nostalgia: don Juanjo, don Alejandro Llano, mis padres y tal y tal amigo o hermano a quien añoro. Miro al rincón de mis pecados y lloro un poco. Si miro a mi alrededor nada me duele más que el húmero roto de Teresa. Miro al Buen Dios y no me duele nada.

martes, 1 de octubre de 2024

Diario. Martes, 1 de octubre de 2024

La Torre

martes, 1 de octubre de 2024


Salía de La Torre a eso de las 9:30. Todo iba bien. 

A las 11:00 empezaba, puntualmente, la misa de once. Todo iba bien.

Después de tantos días de asueto, mi meditativa atención tenía que centrarse en muchos asuntos pendientes. A las doce echaba un vistazo al WhatsApp y hallaba allí noventa y tantos mensajes de veintidós personas y grupos. Ante todo había que ir al banco. Mientras hacía cola iba respondiendo a algunos mensajes. Todo iba bien. 

Terminadas mis gestiones en el banco me sentaba yo cómodamente en el despacho, delante de mi Mc para anotar los movimientos del banco en las cuentas parroquiales. No sabía que todo estaba a punto de complicarse hasta la catástrofe. 



12:30

El Mc no se enciende. Después de varios intentos, se enciende pero está bloqueado. El teclado no responde, la pantalla hace guiños extraños. Sin ordenador no puedo acceder a las cuentas de la parroquia ni a nada. «No importa» —me digo y añado: «Ahora mismo vuelvo a Alicante y lo llevo a reparar».

Informo de todo a Teresa y le ruego que haga ella el certificado que acaban de pedirnos. Informo de todo a doña Nati para que sepa que no iré a comer con ella. 

13:15

Salgo para Alicante. 

14:15

Llego a la tienda de Apple. Hay que escanear un código para pedir turno. Mi turno es el 82. Pregunto que por qué turno van. Van por el setenta. Me da tiempo a comer un bocadillo en una cafetería que está al otro lado de la calle. 

15:15

Ya es mi turno y me atienden. Reparar el ordenador, aunque está obsoleto (2016), no es imposible. Pueden indicarme un lugar donde, quizá, hagan el milagro. Pero yo no puedo estar sin ordenador. Compro uno nuevo, el más barato. Doy mi contraseña de iCloud. Configuran mi nuevo Mc. Como niño con Mc nuevo, espero el momento en que todos mis documentos aparecerán, por arte de magia, en esta maravilla de aparato. Estoy lejos de sospechar que, precisamente ahora, las complicaciones devendrán en catástrofe. En efecto, mis documentos no aparecen en iCloud. He perdido todo: mis diarios —que, al menos, están en blogspot— los apuntes, las homilías, las cuentas parroquiales. El amable técnico de Apple me consuela. Por ciento y piquito de euros más pueden mandarme a casa a un sabio que quizá sea capaz de conectar un teclado a mi viejo Mc para tratar de recuperar lo que tenga allí. Pago, agradezco las atenciones y me voy a La Torre. Son las 16.30 cuando salgo de la tienda.

17:15

Llego a La Torre. 

Cuando las cosas se complican hasta devenir en catástrofe es importante no divagar. Me siento debajo del algarrobo para leer el Evangelio de San Juan. Al llegar a estas palabras del Maestro «el sembrador y el segador deben alegrarse» me quedo pensativo. Sigo: «Os envié a recoger lo que otros sembraron. El trabajo duro lo hicieron otros, y vosotros recogéis el fruto de lo que sembraron». Entonces cierro mi librito y me pongo a mirar fijamente la blanquísima pared del huerto que me devuelve la suave y brillante luz del sol otoñal como envolviéndome. Dice mi ángel: «Perder es ganar». Empiezo a hacer mi oración cabe el algarrobo. 

17:50

Muy reconfortado por la oración, juzgo que ha llegado el momento de pasear por el palmeral rezando los misterios dolorosos y sembrando este desierto con Avemarías. Sin yo pretenderlo, este se ha convertido en otro día de asueto y vuelvo a comprobar que el mundo no necesita de mi meditativa atención ni de mi Mc para seguir dando vueltas en torno a una Cruz majestuosamente inmóvil en el centro de todo. 

18:10

Me pongo a ordenar mi biblioteca. Avanzo poco porque, cada libro que tomo entre mis manos me invita a releerlo. Vuelvo a leer, al azar una página de Chesterton en «La Nueva Jerusalén»: «Nuestra fina tradición patriótica de política exterior parecía estar haciendo cosas irracionales y fortuitas. Me embargó un cierto temor. Y no es por la Tierra Santa por lo que yo temía». Abro, al azar, «Una escala humana» y hallo estas preguntas: «¿Quién va a querer ser sorprendido formando parte del pelotón de los rezagados? ¿Quién va a exponerse, por la insistencia en defender unos principios distintos a los que impulsan la marcha de los tiempos, a la mofa?». Dejo esos y otros libros en el montón de los que esperan acomodo en mi biblioteca porque me apenaría olvidarlos allí, silenciosos y mudos. 

18:42

Juzgo que ha llegado el momento de aprovechar este día de asueto para rezar vísperas. Oficio de la memoria de Santa Teresa del Niño Jesús. Recuerdo que su imagen, en un altar lateral de la iglesia de San Miguel donde —expuesto en una urna de cristal— está también la imagen del Niño que besamos en Navidad, está adornada con muchas flores. 

Luego me pongo a responder a algunos de los ochenta y seis mensajes de WhatsApp que están pendientes de respuesta. 

18:58

Me llama don JCR. Ha muerto en Venezuela don JSD. Lloramos juntos. 

Juanjo Sánchez Denis era hijo de un empresario de Zaragoza y de una señora francesa. Era ingeniero industrial o algo así cuando lo conocí en Pamplona. Además era paracaidista y otras cosas. 

Fue ordenado en La Guiara por el obispo de allí. Allí volví a encontrarlo cuando fui a La Guaira en comisión de servicios o algo así. 

En Pamplona consiguió aficionarme a los paseos por los bosques y montañas de allí y en La Guiara me cuidó como una madre cuando tuve un neumotórax que podría haberme matado. 

Discutíamos mucho. Él era más listo que yo y me ganaba siempre en las discusiones aunque yo nunca le daba la razón. 

Antes de volver yo a Españita nos despedimos con un abrazo y no volvimos a vernos. 

Hace dos años o así leí su tesis doctoral titulada «Los perros de Epulón». Era una diatriba —o así me lo pareció— contra los liberales. 

Antier el archidiácono me mandó una foto de Juanjo con este mensaje: «Está muy malito». 

Hoy don JCR me ha dado la noticia, tan triste, de su muerte. Hemos llorado juntos pero luego, cuando ha terminado nuestra conversación, me ha parecido oír a mi ángel: «Mujer, ¿por qué lloras?»Entonces muchas cosas han venido a mi memoria. Lo de mi neumotórax en Venezuela, lo de sus cuidados maternales, los paseos por los bosques y montañas de Navarra, el aspecto fiero, adusto, ingenieril, implacable de mi amigo Juanjo que, en su corazón, escuchaba la música de Palestrina con la misma atención que su cabeza prodigiosa dedicaba a la lectura de Santo Tomás de Aquino. 

Hay que advertir que don Juan José Sánchez Denis —además del francés y el español que hablaba con fluidez y elocuencia hasta el punto de la poesía— sabía latín y calculaba admirablente sus versos como buen ingeniero. 

Querido Juanjo, amigo. Ruega por nosotros. 

19:30

Me pongo a escribir esto. Me duelen las manos. Reflexiono. ¿Acaso no tomé mis pastillas contra la artritis el domingo?.

Y mi ángel: «No las tomaste. Llevas tres meses de asueto entre viajes a Suiza y misas en parroquias que no son las tuyas y andanzas de acá para allá. Llevas tres meses divagando. Y te estás haciendo viejo. Es normal que algo te duela». 

20:15

Acabo de escribir esto en mi nuevo Mc. No sé cómo decir que siento, al mismo tiempo, una gran pena y un gran consuelo: una especie de inquietud, dolor de articulaciones, nostalgia y alegría.