lunes, 4 de mayo de 2020
A las 8:00 leo las normas del obispado sobre la desescalada por fases desde el estado de alarma hacia la nueva normalidad.
En la fase1, que empezará el 11 de mayo:
El aforo de la iglesia estará limitado a treinta personas en San Miguel de Salinas y a diez en Torremendo.
A las personas que se encuentren en los llamados «grupos de riesgo» les rogamos que sigan la celebración desde sus casas por la televisión de San Miguel que también emite en Facebook: Vega Fibra San Miguel. ¡Viva Vega Fibra!
Se recomienda vivamente a los asistentes el uso de mascarillas aunque no sea obligatorio.
Si hay cantos solamente deben oírse las voces del sacerdote y del organista y no es porque ellos canten mejor que los demás sino por razones de higiene.
No está permitido agruparse en la puerta de la iglesia a la entrada o a la salida de la misa. Dentro de la iglesia hay que permanecer siempre a una distancia de dos metros de los demás.
En las pilas de agua bendita habrá gel desinfectante bendecido. Se recomienda que al entrar y al salir todos se desinfecten las manos y hagan una oración implorando a Dios la purificación de sus pecados.
Para la comunión los asistentes permanecerán en sus sitios. El sacerdote dará la comunión en silencio a los que estén de pie o de rodillas, presentándoles el Cuerpo de Cristo para que lo adoren en silencio y comulguen.
La iglesia será desinfectada antes y después de cada celebración. Se ruega a todos los que puedan ayudar en esta tarea que se pongan en contacto con el párroco.
A las 9:00 Simon viene a desinfectar la iglesia y va a la ferretería a comprar cositas.
Después de misa, a la una, cuando acabo de publicar la homilía llega Enrique para hacer una visita el Santísimo. Me dice que no se me oía bien por la tele, que el micro que usaba antes era mejor. Le pregunto que cuándo abren la peluquería. Me dice que hoy ya está abierta y me da el número de teléfono. Llamo. Que vaya ahora mismo. Vuelo a la peluquería.
A la una y media voy a la farmacia a comprar mascarillas. La farmacéutica me felicita porque calcula que he perdido ocho kilos. Me felicito. Alcohol de romero no tienen, pero pedirán para mí.
A las dos paso a recoger las viandas de doña Nati. Exacto: la bolsa grande para Simon, la pequeña para mí.
Después del té de las tres y cuarto me tomo el té de las tres y media.
¿Qué tal Birdman? Pues déjame pensarlo un poco. ¿No es de tiros? No, no es de tiros.
A partir de las seis se acaba el té. Es tiempo de tilas, manzanillas y esas cosas.
Acaba de irse el sol. He cerrado los ojos para dejar que desciendan de la cabeza al corazón —como los vencejos de los aires a sus nidos— las últimas palabras de la Luz del sol: «se terminó de imprimir el día 2 de septiembre de 2019».
Bergamín toma un verso de La canción de Grisóstomo y lo trata así de bien:
De una luz, de una voz, de un sueño huido,
tu corazón que calla te lo advierte
al pulso de la sangre en su latido:
en todo hay cierta, inevitable muerte.
En el eco engañoso de tu oído;
en la llama que en sombra se convierte;
en tu cansado corazón vencido:
en todo hay cierta, inevitable muerte.
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