domingo, 24 de mayo de 2020
Sexto domingo de Pascua
La Ascensión
Los evangelios nos hablan de la Pascua, del Paso de Jesús por este mundo desde su Encarnación en hasta su Ascensión al Cielo. Abos misterios, el de su Ecarnacion y el de su Ascensión tuvieron lugar en Galilea.
Su venida al mundo fue un verdadero descenso, un abajamiento: el Verbo de Dios se hizo Hombre y habitó entre nosotros como uno más. Su vuelta al Padre es una verdadera Ascensión, es la entrada del Hijo de Dios hecho Hombre en el santuario del Cielo.
Para venir a nosotros se despojó de su gloria y se revististió de nuestra carne motal. Para volver al Padre no se despojó de su Humanidad Santa sino que el Padre la revistió de Gloria y quiso sentarla a su derecha.
Si pudiéramos ver el Cielo después de la Ascensión, nos asombraríamos, como se asombraron los ángeles, al ver que allí, en lo más alto, junto a Dios está el Hijo del Hombre.
Y si pudiéramos ver el alma de un niño recién bautizado, o de nuestra Madre, la Virgen María, o de cualquier santo, nos asombraríamos, como se asombran los ángeles, al ver que en ella habita la divinidad.
Ahora nos toca a nosotros despojarnos, no de nuestra humanidad sino del hombre viejo, y revestirnos de Cristo para ascender con Cristo. Somos los invitados a la boda de los que tantas veces hablaba Jesús.
Responder a esa invitación es, ante todo, reconocer con humildad y agradecimiento ese don inmerecido, dejar atrás el pecado y empezar a vivir como hijos de Dios hasta el día en que, guiados por el Espíritu Santo, nos reunamos en el Cielo con Jesús, con todos los santos y con la que ha sido coronada como Reina y Señora del Cielo.
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2020 May 24th, Sunday
Sixth sunday of easter
The Ascensionof the Lord
The Gospel tells us about the Passover, about the passage of Jesus through this world from His Incarnation to His Ascension into Heaven.
His coming into the world was a true descent, a lowering: the Word of God became Man and lived among us as one more. His return to the Father is a true Ascension, it is the entry of the Son of God made Man into the sanctuary of Heaven.
To come to us, He stripped Himself of His glory and clothed Himself with our mortal flesh. In order to return to the Father, He did not take off His Holy Humanity, but the Father clothed Him with Glory and wanted to place Him on His right.
If we could see Heaven after Ascension, we would be amazed, as angels were amazed, seeing that there, at the highest place, next to God is the Son of Man.
If we could see the soul of a recently baptised child, or of our Mother, the Virgin Mary, or of any saint, we would be amazed, as angels are amazed, seeing that divinity dwells in there.
Now it is up to us to strip ourselves, not of our humanity but of our old self, and to clothe ourselves with Christ to ascend to Christ. We are the wedding guests that Jesus talked about so many times.
Responding to that invitation is, above all, to humbly and gratefully acknowledge that undeserved gift, leave sin behind and start living as children of God until the day when, guided by the Holy Spirit, we meet in Heaven with Jesus, with all the saints and with Whom has been crowned Queen and Lady of Heaven.
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