martes, 21 de abril de 2020
S. Anselmi, Episcopi et Ecclesiae Doctoris
8:45-13:00
El suelo está mojado y el cielo está nublado. En la plaza siguen los trabajos de reforma. La veleta apunta al Noroeste.
Hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora.
En el Oficio de Lecturas seguimos con el Apocalipssis.
Hoy mi cita con Newman me lleva a la fiesta de san Esteban Protomartir del año 1830 o 1831.
Newman hacía algunas consideraciones sobre el martirio y al final se preguntaba qué podría hacer una generación como la suya que vive sin dolor, sin tribulación y rodeada «de bendiciones terrenales». Y recomendaba: «Esforcémonos por ser más humildes». Luego reconocía: «Deslucido martirio es este» pero si alcanzamos el cielo y es cierto que allí «todos son siervos inútiles, nosotros seremos, desde luego, los más inútiles de todos».
El capítulo XII del Ceremonial de los obispos trata de la bendición de una iglesia, bendición que alcanza a todas sus partes y a todos los objetos que contiene, desde las campanas hasta los cálices. Tomo nota porque si no se considera oportuno volver a dedicar la iglesia de San Miguel, a lo mejor me dejan bendecirla. «Je, je», pienso. Y una maliciosa sonrisa se dibuja en mis labios.
En la Liturgia de las Horas seguimos con el Apocalipsis. Hay que preparar la misa y la homilía.
Después de la misa, que ofrezco por Jacinto, Felisa y Joaquín, y durante la cual alguien trabaja con un martillo neumático junto a la puerta de la iglesia, Teresa y yo recogemos todo hablamos largamente, cerramos y nos vamos.
13:00-19:30
Ya en casa recibo la noticia de la muerte de la tía Josefina. Entristecido escribo a la prima Almudena. Escribo y publico en el blog la homilía de esta mañana.
Sexta.
Misterios dolorosos porque es martes.
Hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora.
En el muro de Facebook de la parroquia solicitan —desde Madrid— ayuda para una madre con un bebé de diez meses. Un grupo de amigas la está ayudando con envíos de pañales y alimentos pero Ámazon ha devuelto el último envío.
Vísperas.
Publico esta página del diario.
Le acompaño en la oración por el alma de su tía, Pater. Me encanta el firme imperativo "Hay que mirar fijamente". En la liturgia de la Misa ¿el lector tiene conocimiento firme que la reverencia se hace hacia el altar? Abrazos fraternos.
ResponderEliminarGracias, amigo. Hoy ofreceré la misa por ella. Y sí, la reverencia, al altar. Abrazos pascuales.
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