lunes, 6 de abril de 2020
Lunes Santo en una iglesia vacía
Betania, la aldea cercana a Jerusalén, es el lugar donde Jesús encuentra descanso con sus amigos: Marta, María y Lázaro.
Dice el evangelio que Jesús amaba a Lázaro, a Marta y a María. Parece que eran amigos muy cercanos y que Jesús encontraba consuelo con ellos. No era la primera vez que Jesús iba a comer a esa casa y que Marta servía. En este caso, mientras Marta sirve, María gasta una fortuna —trescientos denarios— en perfume para ungir al Señor. Lo que era una simple costumbre de hospitalidad —ofrecer al invitado perfume y agua para lavar sus pies—- lo aprovecha María para hacer una locura de amor. Y la casa entera se llena del olor del perfume.
Nuestro corazón debe ser Betania para el Señor. Y también nuestras casas y nuestras ciudades deben ser Betania: lugares donde el Señor esté a gusto; donde Él sea el centro. ¡Ojala Jesús sea el centro de nuestras parroquias, de nuestras casas y de nuestras vidas! Entonces se llenarán del prefume, del buen olor de Cristo.
Aunque lo hemos repetido muchas veces, hay que insistir. Hemos de leer el evangelio como Palabra de Dios que se dirige a cada uno. No es un lugar donde recoger piedras para arrojar a los demás.
Las dos veces que Jesús tiene que defender a María, lo hace porque alguien ha querido usar su Autoridad y su Nombre contra ella. La primera vez fue Marta: «dile a mi hermana que me ayude con el servicio». La segunda vez Judas: «¿No podía haberse vendido el perfume por treinta denarios para darlo a los pobres?».
Marta y Judas apelan a Jesús, a su sentido de la justicia y a su amor por los pobres contra María. Pero Jesús insiste en hablarles a ellos, precisamente. A Marta le dirá que se preocupa por demasiadas cosas mientras una sola es importante. Y a Judas —sabiendo que no ama a los pobres sino que roba del fondo común y que lo va a traicionar— lo corrige con paciencia. Le dice que a los pobres los tendrán siempre entre ellos pero a Él no. Así declara que la Iglesia, mientras Él sea su centro, siempre estará cerca de los pobres pero, además, anuncia su propia muerte y viene a decir a Judas que todavía está a tiempo de convertirse.
Haríamos bien en pensar que esas palabras de Jesús a Judas son para nosotros. Cada uno de nosotros es el discípulo a quien Jesús dice: «No uses mi evangelio contra otros, escúchalo tú primero y conviértete ahora, cuando aún puedes estar conmigo».
Santa María: ruega por nosotros.
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