jueves, 23 de abril de 2020
Horas non numero nisi serenas.
Hoy sí, por fin, el caprichoso abril nos regala un cielo puro surcado solamente por el vuelo de las tímidas y alegres avecillas etc.
14° C
Viento del Noroeste a 12 Km/h
En la plaza siguen los trabajos de reforma pero no hay ruido.
Por un tuit de manoletux me entero de que ha muerto Marcos Mundstock. Descanse en paz.
A las nueve y media abro la iglesia y… Exacto: hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora. Esclerocardia.
Ad Officium lectionis. Hymnus Hic est dies. Lectio prior de libro Apocalypsis.
En la plaza los trabajos de reforma se han vuelto, otra vez, ruidosísimos.
En el Ceremonial de los obispos leo lo que se refiere a la bendición de un altar móvil. Tomo nota porque me parece que a estos altares no se les dedica la atención que merecen. Aunque sean móviles no dejan de ser altares dedicados permanentemente al sacrificio eucarístico y, si no se dedican, deben, al menos, bendecirse. (972-983)
Ad Laudes matutinas. Himno Aurora lucis.
Hay que felicitar a los nueve Jorges que conozco (uno ya difunto) y unir en el altar sus intenciones a la mía. Hoy además cumpliré el encargo especial de un paterfamilias que pide oraciones por sus hijos: Ignacio, María, Cristina, Carmen, Álvaro, Josemaría, Fernando y Gracia. Sin olvidar a mi tía M que ayer se encomendaba a mi oración llorando un poco y pidiéndome muchas disculpas por haber llorado un poco.
Cita con Newman:
Recordamos con nostalgia la inocencia de nuestra primera infancia que, sin embargo, dura un instante. «Solo mientras permanece inactivo es como el agua tranquila en la que se refleja el cielo». Pero el niño tiene que crecer. «Por tanto, no debemos lamentar que los años de la infancia hayan pasado». En realidad «lo que éramos de niños es un barrunto, un presagio santo, dado para nuestro consuelo (…) una profecía del bien que nos espera, una muestra de lo que tendremos, multiplicado, en el cielo», de lo que Dios hará con nosotros si rendimos «el corazón a la guía del Espíritu Santo». (Del sermón se 1833 en la fiesta de los Santos Inocentes)
Hay que preparar el altar, el ambón, la sede y la homilía. Me llama Ignacio B: «¡Padre! ¿Cómo hago para ver la misa?». Le mando el enlace de Vega Fibra.
A las doce y media Círculo por Skype.
A las tres y media hay que escribir la homilía de la mañana y publicarla en el blog. Ya está. Me piden un certificado. Ya está. Hay que escribir a un amigo. Ya está. ¿Qué más? ¡Ah sí!
A las cinco y cuarto videoconferencia con un artista del diseño para tramar el diseño de un altar portátil. Ya está.
Hay que mirar fijamente al sagrario durante media hora.
A las siete menos cuarto suena el teléfono. Que me traen un libro y que dónde estoy. Que la iglesia. Recojo el libro. ¿Lo desempaqueto? No. Misterios luminosos. Hora Nona.
A las siete y media vuelvo a casa. ¿Qué tal si me hago un té? ¡Buena idea!
Muy bien. Veamos ahora el libro. ¡Hum! ¡Que bonita edición de Pre-Textos! ¿Número de páginas? 283. ¿Peso aproximado? 400 g. ¿Tamaño? En pulgadas 8x13. ¿Título? La luz del sol. ¿Autor? Álvaro Galmés Cerezo. ¿El famoso arquitecto? El mismo. Y ¿de qué va? Pues no lo sé. Veamos.
El autor lo explica en el prólogo. Va de «los efectos que la luz suscita en el ánimo». ¿Lo de Kandisnky con los colores? No sé. Supongo que algo así. Dice que el libro se divide en doce capítulos subdividos en una «Hora» y una «Mirada». Si leo un capítulo al día lo terminaré el sábado cuatro de mayo.
A ver la Hora Primera.
«Hay instantes en los que un espíritu sensible (…) advierte una regresión momentánea. Entonces le parece que el día oscila como la llama de una vela hacia el lado de la luz o que regresa de nuevo hacia la noche» Porque por la mañana, aunque todavía no hay sol, ya hay sin embargo, claridad (Gava). Y como «el sol por las mañanas ha de tomarse su tiempo para decidir si sale o no» así, en esa hora, «nuestros sentidos se renuevan poco a poco olvidando el letargo nocturno». Y no solo los sentidos porque también, a esa hora el pensamiento «todavía pertenece a la esfera de lo nocturno». Es la Hora Primera, en la que el aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada, «un ofrecimiento sin más, una invitación a la vida todavía no aceptada por completo». Pero una invitación que lava las tristezas del corazón, y no sé en qué manera le despierta a pensamientos divinos, antes que se ahogue en los negocios del día (Fray Luis de León).
Son las nueve de la noche y ya estoy deseando que amanezca para volver a experimentar esa asombrada perplejidad del corazón en la primera hora de la que nadie me había dado razón hasta hoy. ¡Qué bien!
es la vida de un santo entre la peste, cuento con su Misa, gracias
ResponderEliminarCuente con la misa de este miserable, oiga.
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