martes, 28 de abril de 2020
Martes de la III semana de Pascua
«En aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús».
El gentío.
Vemos a Jesús delante de una multitud que, como suele pasar, no habla con una sola voz.
Allí hay discípulos que querrían escuchar a Jesús y tienen que hacer una gran esfuerzo porque hay mucho ruido y están lejos del Maestro.
Pero no todos son discípulos. Algunos se aburrían en casa y han ido a allí a pasar el rato. Otros se han unido a la multitud, no para oír a Jesús, sino para discutir con Él. Hay quienes han ido a título personal y hay quienes han sido enviados por otros para espiar. Hay, como en todas partes cuando se reúne un gentío, personas que entienden las cosas a la primera, otras que no entenderán nada aunque se lo expliquen mil veces y, probablemente, más de un sordo y más de un extranjero que ni siquiera saben qué está pasando.
No parece que ese sea el mejor ambiente para hacer un bonito discurso porque todos interrumpen al orador. Uno grita: «No se oye». Otro grita «¡muy bien dicho!», pero nadie sabe si está aplaudiendo al orador o al sordo. Otro, un poco enfadado, suelta: «Y tú quién eres para estar ahí hablando».
Jesús, sereno, no se acobarda ni tira la toalla. Va sembrando la Palabra: «Mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo… Yo soy el pan de vida».
Ahora podemos hacernos algunas preguntas. ¿Somos discípulos de Jesús que lo buscan para escuchar su palabra? ¿Somos curiosos que se unen a la multitud para pasar el rato? ¿Somos espías que oyen a Jesús para ir corriendo a informar a sus jefes? Esto es lo primero: saber quiénes somos.
Y, si soy discípulo: ¿Cómo ando de oído y de inteligencia? Porque si tengo un oído fino y una inteligencia aguda quizá entienda a la primera. Pero si soy un poco sordo y, además, no soy muy listo, no será raro que haya que repetirme las cosas. Jesús tendrá paciencia conmigo y yo tendré que agradecerle que, a pesar de mi sordera y de mi poca inteligencia, me haya acogido entre sus discípulos.
Y, después de esas preguntas que todos podemos hacernos, puede ser bueno considerar que también nosotros, como discípulos, tendremos que esforzarnos a veces para poder escuchar a Jesús. Porque Jesús, que quiere hablar a solas con cada uno en la intimidad, también quiere que aprendamos a escuchar su voz en medio de la multitud, en la calle, en el ajetreo diario, entre los pucheros o incluso en una iglesia en la que uno está con el teléfono móvil, otro anda buscando en su bolso las gafas y, cuando las encuentra, empieza a revolver buscando el monedero o el pañuelo, y otro no para de hablar desde que empieza la misa hasta que acaba.
¿Busco a Jesús como discípulo? ¿Cómo ando de oído y de inteligencia? ¿Sé reconocer y escuchar a Jesús también en medio del gentío?
Emociona la imagen de Santa María y de San Juan al pie de la Cruz. A su alrededor una multitud vocifera e insulta. Ellos dos, en silencio, escuchan a Dios y guardan su Palabra en el corazón. Luego podrán contarnos que Jesús estaba allí orando por nosotros: «Padre, perdónalos, no saben lo que hacen».
…
"At that time, the crowd said to Jesus."
The crowd.
We see Jesus in front of a crowd that, as usually happens, does not speak with one voice.
There are disciples there who would like to listen to Jesus and have to make a great effort because there is a lot of noise and they are far from the Master.
But not all are disciples. Some were bored at home and have gone there to hang out. Others have joined the crowd, not to hear Jesus, but to argue with Him. There are those who have gone by themselves and there are those who have been sent by others to spy. There are, like everywhere when a crowd gathers, people who understand things inmediately, others who will not understand anything even if it is explained to them a thousand times and, probably, more than one deaf person and more than one foreigner who do not even know what is happening.
That doesn't seem like the best environment to make a nice speech because everyone interrupts the speaker. One yells, "we can't hear." Another yells, "well said!" But no one knows if he is applauding the speaker or the deaf man. Another, a little angry, says, "who are you to be talking here?"
Jesus, serene, does not flinch or throw in the towel. He sows the Word: "My Father is the one who gives you the true bread from heaven ... I am the bread of life."
Now we can ask ourselves some questions. Are we disciples of Jesus who seek Him to hear His word? Are we curious people joined to the crowd to hang out? Are we spies who hear Jesus and are ready to run to report to our bosses or to call the police? This is the first thing -knowing who we are.
If I am a disciple, how is my ear? How is my intelligence? Because if I have a fine ear and a sharp intelligence, perhaps I will understand inmediately. But if I am a little deaf and, furthermore, I am not very smart, it will not be strange that they neeed to repeat the things to me. Jesus will be patient with me and I will have to thank Him for that, despite my deafness and my little intelligence, He had welcomed me among his disciples.
After those questions that we can all ask ourselves, it may be good to consider that we, as disciples, will also have to strive sometimes to be able to listen to Jesus. Because Jesus, who wants to talk to each one alone in privacy, also wants us to learn to hear his voice in the middle of the crowd, on the street, in the daily hustle, among the pots and pans or even in a church where one is talking on a mobile phone, another is looking in his bag for his glasses and, when he finds them, he starts to rummage for his wallet or handkerchief and another does not stop talking from the beginning of mass until the end.
Do I seek Jesus as a disciple? How is my ear and how is my intelligence? Do I know how to recognise and listen to Jesus also in the midst of the crowd?
The image of Our Lady and Saint John at the foot of the Cross is very moving. Around them, a crowd are shouting. The two of them, in silence, listen to God and keep His Word in their hearts. Yet they can tell us that Jesus was there praying for us: "Father, forgive them, they don't know what they are doing."
Pater,una dinámica que hicimos hace tiempo en el Monasterio de Santa María de Zamarce, Navarra, fue esa;¿Sé reconocer y escuchar a Jesús también en medio del gentío?. Pasados los años, en estos tiempos de propaganda y ruido de este gentío mediático da usted en la clave para poder perseverar y no ser confundidos por la voz del dragón. Saber escuchar la Voz del amado. Abrazos fraternos.
ResponderEliminar¿Una dinámica? ¿También usted ha caído en eso de las dinámicas? Y ¡nada menos que en Navarra! ¡Bendito sea Dios!
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