El paso del Mar Rojo Ex 14, 15-15,1
Dios es quien salva con su poder. Al pueblo de Israel, abriendo ante él las aguas del Mar Rojo; a todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo. Después del paso del Mar Rojo, Moisés y los hijos de Israel cantaban: Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación. Por todas partes aparece el dilema: confiar o no confiar en Dios. Ahí está la clave: para nuestros primeros padres, junto al árbol de la Ciencia; para Abraham, en Moria; para Israel en el desierto… y para mí, ahora, en este retiro. Porque ahora es aquí donde tengo que dar mi respuesta.
La brisa recia de ayer se ha convertido esta noche en un ligero vendaval que agita los árboles del jardín y, a su modo, también habla del poder de Dios. Oyéndolo imagino a Jesús caminando sobre las aguas y calmando la tempestad en el lago de Galilea. Allí se puso a prueba la fe de Pedro.
Comparado con nuestros primeros padres, con Abraham, con Moisés, con Pedro… ¿quién soy yo?
Dios es quien salva con su poder. Al pueblo de Israel, abriendo ante él las aguas del Mar Rojo; a todas las naciones, haciéndolas renacer por las aguas del bautismo. Después del paso del Mar Rojo, Moisés y los hijos de Israel cantaban: Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación. Por todas partes aparece el dilema: confiar o no confiar en Dios. Ahí está la clave: para nuestros primeros padres, junto al árbol de la Ciencia; para Abraham, en Moria; para Israel en el desierto… y para mí, ahora, en este retiro. Porque ahora es aquí donde tengo que dar mi respuesta.
La brisa recia de ayer se ha convertido esta noche en un ligero vendaval que agita los árboles del jardín y, a su modo, también habla del poder de Dios. Oyéndolo imagino a Jesús caminando sobre las aguas y calmando la tempestad en el lago de Galilea. Allí se puso a prueba la fe de Pedro.
Comparado con nuestros primeros padres, con Abraham, con Moisés, con Pedro… ¿quién soy yo?
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