San Miguel de Salinas
lunes, 27 de enero de 2025
Herminia —la borrasca— me despierta silbando en el patio y sacudiendo sin consideración la persiana. Miro el reloj. Son las seis menos dos minutos. No tardarán en dar las seis en el reloj de la iglesia. En efecto: Don, don, don, don, don, don. Unos segundos después de la última campanada, suena mi despertador. Son las seis. Me levanto.
8:00
En el hospital, primera misa de la memoria de santa Angela de Merici.
Luego voy a ver a Anabela y charlo un rato con Ana María. Me cuenta que trabaja de cajera y aparadora en Consum y que está muy contenta con el ambiente, con los compañeros y los jefes. Me cuenta que Consum es una cooperativa y que ella espera llegar a ser cooperativista. Al principio —dice— fue difícil: muchas horas de pie, moviendo bultos… y la tensión de todo el dinero que pasa por tus manos. La caja tiene que cuadrar. Pero luego se dio cuenta de que podía hacer bien el trabajo y recuperó la confianza en sí misma. Por su modo de espresarse, por su sonrisa y por el cariño con que trata a su madre pienso que podría ser directora de Consum y hasta del Quirón.
10:00
De vuelta a San Miguel, visita al banco porque es lunes.
11:00
Segunda misa de la memoria de santa Ángela de Mérici.
12:45
Salgo para la reunión de arciprestazgo en Los Montesinos. Hoy nos visita el obispo. Somos siete presbíteros. Los diáconos no han venido porque uno está en Madrid y el otro haciendo gestiones en Torrevieja. A las doce y piquito llega el obispo sonriente y enérgico, como siempre. Ya he conocido a seis obispos titulares de esta diócesis desde que fui ordenado: don Pablo Barrachina, don Francisco Álvarez, don Victorio Oliver, don Rafael Palmero, don Jesús Murgui y el actual, don José Ignacio Munilla.
El arcipreste nos invita a un café con unas pastas muy ricas.
Luego hacemos una rato de oración en una capilla u oratorio que el arcipreste ha instalado en los locales parroquiales. Dirige la meditación don Aurelio.
Luego nos sentamos alrededor de una mesa para hablar con el obispo. El arcipreste le hace algunas preguntas dificilísimas que hemos preparado entre todos. El obispo va respondiendo a cada pregunta clara y brevemente.
Para terminar, el arcipreste nos pide que, por turno, cada uno de nosotros le cuente al obispo cómo se encuentra en la parroquia y en el arciprestazgo. Somos siete, pero don Aurelio —el Vicario de zona— y don Francisco —el arcipreste— no cuentan porque el obispo ya se sabe sus vidas y andanzas. Quedamos cinco. Miro el reloj y albergo la esperanza de que los otros cuatro se alarguen en el cuento de sus aventuras apostólicas y dé la hora irse a comer antes de que me toque hablar y pueda ahorrarme mi cuento.
Habla don Javier —mi tocayo— que acaba de incorporarse al arciprestazgo. Habla don Fernando, que acaba de ordenarse. Habla don José Antonio, que tiene un parecido extraordinario con Felipe González. Habla don (no recuerdo ahora su nombre) que tiene una historia interesantísima porque es del Camino y se ordenó en la República dominicana y es un santo. Es el turno de don Ginés que es el mayor de todos: un sacerdote venerable y doctísimo, capaz de contar la historia del mundo, de la diócesis y de cada una de sus parroquias sin titubear. Miro el reloj y me felicito: si don Ginés se pone a contar sus aventuras apostólicas dará la hora de la merienda —la de la comida ya ha llegado— y podré escaquearme. Pero don Ginés sonríe y le hace una seña al arcipreste con los ojos señalándome a mí con la mirada. Y el arcipreste le dice al obispo que es el turno de Javier que soy yo.
Carraspeo y empiezo a hablar aturulladamente:
«¿Qué voy a decir yo? Desde que llegó don Paco a Los Montesinos mi vida es muy fácil. Colaboramos en todo. Ayer tuvimos en San Miguel la reunión del Consejo Parroquial y todos estaban entusiasmados con las «Noches parroquiales» que organiza don Paco, con las cenas Alfa, con la visita al hospital que hicieron en Navidad —unidos— los coros de San Miguel y de Los Montesinos y que fue una experiencia estupenda. Y tengo aquí —pongo la mano en mi IPhone— un mensaje de don Paco que no voy a leer porque contiene elogios exagerados pero que tampoco voy a olvidar. Ayer por la mañana un ser humano de San Miguel hizo en el muro de FBK de la parroquia de Los Montesinos un comentario no muy simpático sobre la parroquia de San Miguel. Por la tarde, don Paco había borrado ese mensaje, había bloqueado al feligrés de San Miguel por su reincidencia y me había mandado ese mensaje que que no voy a leer ni a olvidar porque —desde que murieron mis abuelas— jamás alguien me había dicho cosas tan cariñosas y exageradas».
Vuelvo a carraspear. Me sudan las manos y el corazón me late desaforadamente.
Como de lejos, oigo el comentario del obispo: «Tenemos que cultivar la fortaleza y no preocuparnos mucho por lo que se diga de nosotros». Tomo nota.
Es el turno de don Ginés. Respiro aliviado.
Luego subimos al piso alto de los locales para comer las delicias preparadas por Fina. La conversación es muy animada.
A eso de las tres y media el obispo se despide de todos porque tiene que asistir al funeral de un sacerdote. Nos dice que lo ha pasado muy bien con nosotros.
Vuelvo a San Miguel.
18:00
Vuelvo a Los Montesinos.
18:30
Tercera Misa de la memoria de santa Ángela de Mérici.
19:30
Vuelvo a la casa abadía —hogar dulce hogar— y me preparo una cena ligera.
20:05
Empiezo a escribir esto y suena el timbre de la casa abadía. Son Ana Isabel y Wilder. Wilder viene con una gran sonrisa en la boca y con la TIE —Tarjeta de Identificación de extranjeros— en la mano. Lo felicito y los invito a pasar. Charlamos largamente. Me cuentan que, ahora, Wilder tiene que hacer un examen dificilísimo para conseguir la nacionalidad española y que ya están estudiando las preguntas tipo test. Les propongo que hagamos un test. Me van haciendo preguntas. Las acierto todas y les advierto de que el test está mal. Por ejemplo, un ejemplo. En el test de extranjería se proponen tres respuestas para la pregunta sobre dónde es oficial la lengua española: 1. En toda España. 2. En la Península Ibérica. 3. En toda España excepto en los lugares donde no hay otra lengua oficial. Y el test da por válidas las respuestas 1 y 2. Y les explico que no, que en Portugal, el español, que yo sepa, no es lengua oficial.
Pasamos un buen rato y luego me acompañan a cerrar la iglesia y nos despedimos. Ellos van a visitar a doña Nati para darle la buena noticia de que Wilder ya tiene la TIE y yo vuelvo a la casa abadía para terminar de escribir esto.
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