miércoles, 6 de mayo de 2020
Miércoles de la IV semana de Pascua
El 13 de mayo de 1917, Lucía, Francisco y Jacinta habían salido a pastorear sus ovejas. Al mediodía vieron, sobre una encina, y envuelta en una luz muy brillante, a una mujer que les pareció bellísima. Llevaba un rosario en las manos y les dijo: «No temáis, no quiero haceros daño». Lucía le pregunto «¿de dónde vienes?», y Ella respondió: «Vengo del Cielo».
Aquel día esa Señora misteriosa les dijo que los tres irían al Cielo y les preguntó si estaban dispuestos a sufrir mucho por la conversión de los pecadores. Lucía habló por los tres para decir que sí.
Hoy sabemos que esa Señora misteriosa era la Virgen María. A una persona que no sea cristiana y que no sepa nada de Cristo le puede parecer raro que Dios envíe a su Madre a hablar con unos niños para decirles que si quieren sufrir por los pecadores. Sin embargo a nosotros no nos extraña nada. Sabemos que Cristo se hizo hombre y murió por nuestra salvación. Él nos dijo «nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos».
Muchos estamos dispuestos a hacer una dieta para adelgazar; a esforzarnos mucho para aprender un idioma o para ganar dinero e, incluso, a sufrir mucho sometiéndonos a un tratamiento médico para curarnos de alguna enfermedad. Nada de eso está mal.
Pero lo que nos hace semejantes a Cristo es estar dispuestos a sufrir por la salvación de nuestros hermanos. ¿Cuál es el el mayor de los bienes del hombre? La bienaventuraza eterna. Aquel que, imitando a Cristo, está dispuesto a sufrir para que sus hermanos alcancen la bienaventuranza eterna merece ya el nombre de bienaventurado que Jesús dio a los sufridos.
Como estamos en el mes de mayo, queremos hacernos niños para entrar en la casa de Nazaret donde viven Jesús, María y José.
Es de noche. El Niño Jesús acaba de irse a la cama. La Virgen María entra en su habitación con un candil para darle el beso de buenas noches. Jesús la ve, a la luz del candil, tan guapa como la verán los niños en Cova de Iría. Es solo un Niño pero ya sabe que su Padre lo ha enviado al mundo como luz del mundo para que los hombres no vivan en tinieblas.
No va a quitar el dolor del mundo pero, al abrazarlo en la Cruz, va a convertir ese oscuro misterio de dolor en un misterio de luz, de gozo y de gloria.
Madre bellísima, en este mes de mayo nos presentamos como niños ante ti. Adornamos tus altares con flores y con velas y te presentamos la ofrenda de nuestro corazón dispuesto a sufrir para que la luz de Cristo llegue a todos los hombres. Preséntale tú esta ofrenda a Jesús para que Él la reciba de tus santas manos y la presente al Padre.
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2020 May 6th, Wednesday
Wednesday of the fourth week of Easter
On May 13th, 1917, Lucia, Francisco and Jacinta had gone out to put their sheep into the pasture. At noon they saw an oak tree and wrapped in a very bright light, a woman. She seemed very beautiful to them. She seemed very beautiful to them. She had a rosary in Her hands and she said to them, "Don't be afraid, I don't want to hurt you." Lucia asked Her "where do you come from?" The woman said, "I come from Heaven."
That very day the mysterious Lady told them that they would go to Heaven and asked them if they were willing to suffer a lot for the conversion of sinners. Lucia spoke for all three to say “Yes!”
Today we know that the mysterious Lady was the Virgin Mary. It may seem strange to a non-Christian, who knows nothing of Christ, that God would send His Mother to speak with three children and ask them if they want to suffer for sinners. However, we are not surprised at all. We know that Christ became man and died for our salvation. He told us, "No one has greater love than he who gives his life for his friends."
Many of us are willing to go on a diet to lose weight, to work hard to learn a language or to earn money, and even to suffer a lot by undergoing medical treatment to cure ourselves of some illness. None of that is wrong.
But what makes us Christlike is being willing to suffer for the salvation of our brothers. What is the greatest of man's assets? The eternal beatitude. He, who, imitating Christ, is willing to suffer, so that his brothers achieve eternal joy, already deserves the name 'Blessed' that Jesus gave to the meek.
As we are in the month of May, we want to become children to enter the house of Nazareth where Jesus, Mary and Joseph live.
It is night. The Child Jesus has just gone to bed. The Virgin Mary enters His room with a candle to kiss Him good night. Jesus sees Her, in the light of the candle, as beautiful as when the children in Cova de Iria will see Her. He is only a Child, but He already knows that his Father has sent Him into the world as the light of the world so that men do not live in darkness.
He is not going to remove the pain from the world, but by embracing it on the Cross, He is going to turn that dark mystery of pain into a mystery of light, joy and glory.
Beautiful Mother, in this month of May we present ourselves as children to you. We adorn your altars with flowers and candles, and we present to you the offering of our hearts, ready to suffer so that the light of Christ reaches all men. Mother, present this offering to Jesus so that He may receive it from your holy hands and present it to the Father.
Pater, usted nos enseña que nos hace semejantes a Cristo "estar dispuestos a sufrir por la salvación de nuestros hermanos", si Dios nos concede sufrir por los pobres pecadores ¿no más es una forma de impetración o se trata realmente de corredención? Abrazos fraternos.
ResponderEliminar¡Ay, amigo! Yo soy muy ignorante. Mejor que hable un sabio: «121
ResponderEliminarMirad: la Redención, que quedó consumada cuando Jesús murió en la vergüenza y en la gloria de la Cruz, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, por voluntad de Dios continuará haciéndose hasta que llegue la hora del Señor. No es compatible vivir según el Corazón de Jesucristo, y no sentirse enviado, como El, peccatores salvos facere, para salvar a todos los pecadores, convencidos de que nosotros mismos necesitamos confiar más cada día en la misericordia de Dios. De ahí el deseo vehemente de considerarnos corredentores con Cristo, de salvar con El a todas las almas, porque somos, queremos ser ipse Christus, el mismo Jesucristo, y El se dio a sí mismo en rescate por todos». (San Josemaría)
Gracias Pater.
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