domingo, 26 de abril de 2020
Sin el afán de Dios nuestro planeta sería un yermo de fealdad.
(Luis Barragán)
Veamos qué dice Álvaro Galmés de la hora cuarta. Por cierto ¿no es esa la campana del reloj de la iglesia dando las siete? Anda, toma el libro y lee.
¡Hum! Hora de la gimnasia y de la desnudez esta en que el sol calienta nuestros cuerpos sin quemarlos.
Probablemente, bajo esta luz, descubrió Juvenal la diferencia entre un desnudo griego y un griego desnudo.
Y ¿cómo llamaremos a esta hora? ¡Sí! ¿Por qué no? La hora de Hopper.
Ahora la mirada. Ved ahí al Arquitecto encorvado sobre su viejo tablero de dibujo: el ceño fruncido, la lengua asomando ligeramente por la comisura derecha de sus labios y empeñado en colorear una casa sin ventanas ni muros, hecha, solo, de luz solar. Ved ahí a Barragán a quien —según dicen— la muerte sorprendió cambiando los colores de su casa. Aunque yo, que de la muerte algo sé, apostaría los mil dólares que no tengo a que fue Barragán quien sorprendió a la muerte.
Vísperas. Qui morte victa praenites. Que, vencida la muerte, resplandeces.
Mañana, a las cinco de la tarde, entierro de Ángel en Torremendo. Dale, Señor, el descanso eterno. Brille para él la luz perpetua.
¡Qué sería del ingeniero Barragán sin el Sol de México! Abrazos fraternos.
ResponderEliminar¡Viva México!
ResponderEliminar¡Vivaaaa!
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