martes, 26 de noviembre de 2019

martes, 26 de noviembre de 2019

7:30
Un gato aprovecha que todavía no han empezado a trabajar los que están remodelando la plaza para pasear a sus anchas por la obra. 
7:55
Llego al ambulatorio que aún está cerrado. Diez personas están esperando en la puerta: cinco extranjeros perfectamente alineados en una cola y cinco españoles diseminados por ahí. Me uno a la espera anárquica de los nacionales. Un noruego de luengas barbas me saluda y correspondo a su saludo. Van llegando más. Abren la puerta del ambulatorio y dejo pasar a todos. Muchos me dan las gracias por esta cortesía que, en realidad obedece a mi deseo de contar cuántos entran. Entran veinte. La escena de la calle se repite en la sala de espera. Los extranjeros -ocho- hacen una cola ordenada ante la puerta señalada con un cartel que dice: «curas y análisis». Los españoles -trece contando al cura- nos dispersamos por la sala. Una enfermera va llamándonos por nuestros nombres y entrega a cada uno tubos con tapones de diferentes colores. En su lista soy el séptimo: me felicito. Desde la sala de curas se oye una voz: «El siguiente». Entro y me recibe otra enfermera. Intercambiamos un cordial saludo, me siento, me arremango el brazo derecho, lo extiendo sobre una almohadilla y alzo los ojos al cielo esperando lo peor. Sé que me van a pinchar y que sentiré un terrible dolor cuando la aguja entre en mi vena, pero estoy entrenado para sufrir en silencio. «¿Se marea usted?», pregunta la enfermera. «No», miento. «Pero prefiero no mirar», aclaro. «Bueno, pues ahora le voy a pinchar», anuncia. Y lo hace. Y empiezo a desangrarme sin demudar el rostro. «Ya está», dice la enfermera. Me felicito. Prueba superada. A Torremendo.
9:00
Joan ha preparado todo para la exposición del Santísimo y para la Misa. Pange lingua, Adoremus in aetrenum sanctísimum sacramentum, Pater noster… oigo pasos e imagino que ha entrado otra feligresa del pueblo por lo que paso al castellano: Dios te salve, María… Comienza la adoración silenciosa. Rezo el ofico de Lecturas y Laudes. Bendición. Somos seis. Me revisto y comienza la Misa. Luego acción de gracias hasta que el reloj de la torre da las
10:00
Recogemos todo. Alcira —una colombiana que lleva nueve meses en España— hace ademán de salir y le propongo: «Si quiere quedarse a rezar un rato más basta con que cierre la puerta cuando termine. También puede venir a desayunar con nosotros». Me da las gracias con los ojos y la sonrisa y me dice con palabras y dulce acento americano que prefiere seguir rezando. Joan y yo nos vamos a desayunar al bar D’Arón. Ya está. Al salir nos encontramos con Mim que ha venido a ensayar los cantos del domingo. Joan se va. Mim y yo vamos a la iglesia. Abrimos las puertas de par en par para que entre el sol y nos ponemos a ensayar al sol. O Come, O Come Emmanuel y The Angel Gabriel -para la primera misa del domingo- y otra, que he olvidado, para la misa con niños. 
Entra un grupo de turistas noruegos altísimos guiados por un guía de la misma nacionalidad y tamaño. Después de alabar la voz de Mim -que es de alabar- me presentan al más alto de todos que, al parecer, es un pastor luterano. Me ruegan que les explique un cuadro que representa a Tobías sacando el pez del agua y mostrándoselo a san Rafael. Sé que los amables luteranos no tienen en su Biblia el libro de Tobías pero, aún así, me extraña que el pastor y los demás escuchen la narración de la maravillosa historia como cosa jamás antes oída. Se marchan muy contentos y seguimos con el ensayo. 
11:30 
Me despido de Mim, cierro la iglesia y voy a llevar la comunión a los enfermos. 
Voy primero a casa de Luisa, 94 años. Está en la cama. Su nieta se casó hace dos semanas. Ella se arregló para ir a la boda pero, al final, no pudo ir. Me abre la puerta su nuera. Charlamos, rezamos, comulga y, antes de despedirnos, dan las doce y recitamos el Ángelus. 
Ahora Josefa, 96 años, la mayor del pueblo. Tiene una hermana carmelita en Cuba. Me abre la puerta, charlamos, rezamos y comulga. 
Ahora Enriqueta. Tiene menos de ochenta pero no recuerdo cuántos.  Me abre la puerta su hija. Mientras esperamos que Enriqueta salga del baño charlamos. Su hijo, de cuatro años, está estudiando solfeo en la escuela de San Miguel. Llega Enriqueta. Nos habla de sus achaques y de su amor a la Virgen y nos muestra la galería de santos que tiene alrededor de la televisión. Rezamos y comulga. Justo entonces llegan el yerno y el nieto de Enriqueta. El niño entra corriendo en la habitación y —sin importarle la presencia del cura ni su aspecto grave— se arroja a los brazos de su madre, que está sentada en la cama, y ambos permanecen así, abrazados cariñosísimamente, hasta que me despido.
13:15
Salgo de Torremendo a San Miguel en mi lujoso Seat León. ¿Dígame? Del Garden Center. Que llegarán a San Miguel en cinco minutos con el árbol de Navidad. Me felicito por la feliz sincronía.
En la iglesia de san Miguel encuentro, ensayando, a Ciprian, el organista suizo que actuará en el concierto de Adviento. Nos presentamos y abro las puertas de la iglesia justo en momento en que llegan los del Garden Centre con un hermoso abeto de cuatro metros. Lo dejan en el prebiterio, delante de la Cruz. Ahora tenemos que esperar a Armin, a Heidy y a Norma, la esposa de Ciprian, suiza, aunque nacida en Canadá, que cantará en el concierto de Adviento. Aprovecho para ir a la casa parroquial y trastear en la Red y encuentro un artículo estupendo, La derrota de la seriedad, y lo tuiteo. ¿Dígame? Es Armin. Que ya están en la iglesia. Que bajo volando. Vamos a comer a Almoradí con el organista de allí y de aquí. Cojo las partituras que Mim me ha dado para él y voy volando a la iglesia. Heidy me presenta a la amable Brenda y, en seguida, nos hacemos amigos. 
14:15
Llegamos al bar Angelín donde comemos. Nos invitan Armin y Heidy. Les damos las gracias. Armin entra saludando, uno por uno, a todos los  clientes del bar e interesándose por los productos típicos de la tierra. Cuando terminamos Armin sale, igual que entró, despidiéndose de todos. Todos se felicitan por la simpatía de ese guiri. Luego Andrés nos lleva a la iglesia de Almoradí y nos muestra el órgano. Ciprian y Andrés empiezan a tocar y no paran. Se va haciendo tarde. Andrés insite en llevarnos a la capilla de san Emigdio, luego nos muestra la imagen de san Andrés y las de los santos Abdón y Senén. ¿Queremos subir al campanario para ver el pueblo desde alli? Se hace tarde. ¿Queremos ver el casino? Entramos un momento. ¿Queremos ver el teatro? ¿De verdad no queremos tomarnos un brandy y fumarnos unos puros muy buenos con él? Prometemos volver otro día y nos despedimos. 
18:15
Me dejan en San Miguel y se van a casa de Armin y Heidy donde se alojan Ciprian y Brenda. Hay que sentarse tranquilamente delante del sagrario y estarse allí quietecitos. Ya está. 
Hay que llamar a don José Antonio, el cura del Pilar de la Horadada, para confirmar el paseo de mañana. No contesta. Hay que llamar al Garden Center para saber a qué hora cierran. No contestan. 
Vísperas. 
Hay que cerrar la iglesia y recogerse en la casa parroquial. El galán de noche perfuma la plaza. 
19:30
Veamos: no he rezado el rosario, no puede ser. Ya está. ¿Aceptará el Buen Dios cada una de las treintaicinco jaculatorias de la Letanía como la súplica de treintaicinco hijos suyos que hoy no lo han invocado? ¿Donde está Se hace tarde y anochece del cardenal Sarah? Ajá. En el despacho. Veamos. Lo dejé en la página 194, cuando le preguntan que por qué dice que la teoría de género pone en peligro a los más débiles y a los niños. Ya está.
20:30
¿Dígame? Es don José Antonio. Que nos vemos mañana a las 10:15, caminamos una hora y cuarto, volvemos caminando otra hora y cuarto y se vuelve al Pilar de la Horadada porque ha quedado allí para comer. Estudió en Alemania pero, al parecer, cuando fue allí ya amaba el orden y la previsión. Me gusta.
Hay que calentar otra ración de sopa de hierbas y hay que zampársela. Ya está. 
21:00
Mensajes de WhatsApp: 30. Unos piden noticias, otros dan noticias, cosas de familia, de la parroquia… Contesto algunos. Dejo otros para luego porque tengo que ver lo de las lecturas de mañana. Y está. 

Veamos. ¿escribo el diario o no? Sí. Ya está.

4 comentarios:

  1. Muy bueno Javier, eso teníamos que haber hecho, un brandy y unos Caliqueños en el casino los llevaba en el coche. Un abrazo.

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  2. a base de caliqueños y cognac no vamos asantificarnos

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Es usted muy amable. No lo olvide.