viernes, 5 de junio de 2020

Parroquia en fase 2 (3)

jueves, 4 de junio de 2020
Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

Saldo cuentas con Sergio y me voy a Alicante. 

Paso por la librería Pynchon&Co y por la Biblioteca Sacerdotal Tabarca. 

Como con Wilder que es amigo de Claudia y de Rodrigo. Se viene conmigo a San Miguel pero pasamos antes por Crevilente para recoger unos felpudos desinfectantes. Va a pasar una semana en Torremendo. Después de Misa de siete —somos cinco en Misa y no ha venido doña Nati, ejem, ejem— compramos sábanas y lo llevo a Torremendo. 

21:30
Llego a casa y escribo esto. 

viernes, 5 de junio de 2020
San Bonifacio

En el Oficio de Lecturas leemos una maravillosa carta de san Bonifacio. La barca de la iglesia no ha de dejarse a la deriva, debe ser gobernada. Los ejemplos de los santos pastores Clemente y Cornelio, en Roma, Cipriano, en Cartago o Atanasio en Alejandría que cumplieron su oficio heroicamente bajo el gobierno de los emperadores paganos hacen que Bonifacio se sienta muy pequeño y esté tentado de abandonar el gobierno de la Iglesia. pero ese mismo ejemplo lo lleva a confiar en Dios con toda el alma, a mantenerse firme en la lucha y disponerse a morir en ella, si así lo quiere Dios. «No seamos perros mudos, no seamos centinelas silenciosos, no seamos mercenarios que huyen del lobo sino pastores solícitos que vigilan sobre el rebaño de Cristo». 
¡Viva san Bonifacio!

Cita con Newman
En la fiesta de San Pedro Apostol de 1834, Newman aborda el asunto del ministerio cristiano. Desde su anglicanismo moderado polemiza con los que niegan que Cristo haya instituido ministros y sacramentos de la Gracia. Con humor reconoce que es «una suerte para los hombres ser incoherentes pues así, aunque pierdan una parte de la fe cristiana, al menos mantienen algo». Pero advierte que esa incoherencia, que se puede mantener fácilmente en tiempos tranquilos, es un peligro cuando la fe se pone a prueba. 
Buscando esa coherencia con una humildad y una honradez intelectual asombrosas, él mismo llegará a la Iglesia Católica once años después.  

La séptima parte del Ceremonial de los obispos se titula «Días señalados en la vida del obispo». Y, claro, el primer día señalado es el de su elección. 
Cuando en una diócesis se tiene noticia de la elección de un nuevo obispo, el administrador diocesano convoca a una ceremonia de acción de gracias en la catedral. 
El obispo elegido debe, en primer lugar, manifestarle al Papa su comunión  y respeto personalmente o por carta. Luego debe hacer la profesión de fe y el juramento de fidelidad a la Sede Apostólica ante el Cardenal designado, si está en Roma, o ante el delegado asignado por la misma Sede Apostólica. Luego ha de presentarse ante el metropolitano o ante el obispo más antiguo de la provincia eclesiástica para informarse del estado de su diócesis y, en su caso, acordar con él la fecha de ordenación. Dejando sus obligaciones previas ha de prepararse para su nuevo misnisterio por medio de la oración y, si tiene derecho a utilizar el palio, debe solicitarlo al Papa. 
Como la impaciencia es mala, el Ceremonial recuerda que no se deben usar las vestiduras e insignias episcopales antes de la ordenación. 
Ejem, ejem. Que yo me sé de alguno que tiene la mitra preparada en casa, por si acaso. 
A las once y veinte voy a Torremendo para recoger a Wilder. Examinamos el nuevo termo. Hay que comprar unos latiguillos o algo así. Tomo nota. Nos volvemos a San Miguel y me siento en el confesonario. Número de penitentes: 1. Me da tiempo a rezar Tercia antes de Misa. 

Misa por los tíos Pepe, Carmen y Juan Manuel. Nada más empezar la misa ¡zas! otro vencejo. 
Somos quince. Han venido Joan, Teresa, Wilder, Carmen, Rosario, Antonia, Gloria, Carmela, Jorge y Juana María, Jeanette, Encarnita, doña Nati que ayer no vino por llovía, y un varón de color blanco cuyo nombre no recuerdo. 
Después de Misa Teresa me ayuda con el expediente matrimonial de Juana María y Jorge. Viene María a limpiar. Wilder y yo nos vamos a comer y dejamos a María con el Señor y con el vencejo.

Después de comer vamos a hacer la visita al Santísimo y allí sigue el vencejo. 

Esquilo.
Ha muerto Pisístrato, Clístenes expulsa a Hipias, el hijo del tirano, y se convierte en campeón de la democracia ateniense pero, oiga, ahora la amenaza viene de los persas. ¿Volverá con ellos la tiranía? Depende de lo que pase en Maratón. Muy bien, hemos ganado la batalla a los persas. 
¿Quién es ese que parece un poeta? Ese es Esquilo. ¿Cómo? ¿Esquilo? ¿El  hijo de Euforión que peleó en la batalla de Maratón? El mismo. ¡Vaya! 
Los persas
El Coro de la tragedia está formado por los ancianos que gobiernan Persia durante la ausencia de Jerjes que ha partido contra Grecia con sus generales y sus aliados: Egipto, Menfis, Tebas y «los blandos lidios», así llamados por su poca inclinación a la guerra. Los ancianos están inquietos porque no llegan noticias de Jerjes. 
¿Cual será la suerte 
de Jerjes, nuestro Rey,
el hijo de Darío
que, por línea paterna (es decir, por Perseo)
su nombre nos ha dado?
Aparece en escena la reina Atosa y el coro se arrodilla ante ella. (p.42)

Me voy a la iglesia.

Wilder vuelve de hacer las compras. Cerramos la iglesia. Allí sigue el vencejo. Nos vamos a Torremendo donde nos espera Javier. Los dejo buscando la llave general del agua que tienen que cerrar para instalar el calentador. 

El capítulo 7 de Fracasología se titula El colonialismo decimonónico y sus élites. 
Empecemos con un buen zasca al colonialismo inglés: «Los ingleses pusieron un pie en América y, cuando tuvieron que abando nar las colonias, que nunca fueron parte integrante de su reino, no dejaron un  solo lugar que, andando el tiempo, haya merecido ser declarado Patrimonio de la Humanidad. Solo México tiene más de treinta y tres sitios que han merecido esta calificación por la UNESCO. Algunos son precolombinos y otros obra de la naturaleza, pero muchos se levantaron en periodo virreinal». 
¡Que pase Holanda! «La expansión holandesa tampoco invita al entusiasmo. Los ingleses, como no avanzanban mucho en su propio desarrollo, se dedicaron a frustrar todos los demás. Menos el español, obviamente. Con el holandés tuvieron bastante éxito. De América, los neerlandeses fueron desalojados pronto por los ingleses, que los echaron también de otros lugares. (…) (En cambio, en África, la llegada de los holandeses) dio lugar a, andando el tiempo a la que es probablemente la palabra de origen neerlandés más conocida en el mundo, apartheid». Antes de despachar a los holandeses,  Roca Barea recuerda la historia nada gloriosa de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y del genocidio en Indonesia.
¡Listo! ¡Que pase Francia! «Durante casi tres siglos, los franceses protagonizan un intento tras otro de tener un imperio en algún sitio». El llamado «Barrio Francés» de Nueva Orleans fue construido por los españoles durante el dominio español de la Luisiana. Luego los ingleses expulsaron a los franceses de América. Fin de la aventura americana y comienzo de un periodo de hambrunas guerras y sangrías. Revolución, Terror, delirios de Napoleón y opereta de Napoleón III. Pero, comenta, Roca Barea, los intelectuales franceses se las han apañado para presentar todo ese desastre como un gran logro de la Gran Francia. «Si la historia de Francia hubiera sucedido en España, estaríamos encantados con tantos fracasos con los que atormentar a las nuevas generaciones. La Revolución francesa, de haber ocurrido en España, sería un ejemplo más de la intolerancia y la crueldad españolas o del famoso cainismo español y como tal se estudiaría».
«Napoleón comienza por proclamarse a sí mismo emperador, y luego ya veremos. Más tarde vendrá su sobrino, y también se autonombrará emperador, aunque no se sabe muy bien de qué». El repaso termina con las andanzas de Francia en Indochina que tampoco acabaron precisamente en gloria. 
Bueno, venga. Lo dejamos aquí. Una tila para ir activando el parasimpático después de tanta risa. 
Y un poco de poesía.
LA luna llena
como mi vida, plena
de luz ajena. 
(Mal que bien, Enrique García Máiquez)

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