miércoles, 1 de abril de 2020

Décima tercera homilía en una iglesia vacía

miércoles, 1 de abril de 2020
Miércoles de la V semana del tiemo ordinario

Como todos los miércoles ponemos hoy nuestro día bajo la protección de San José. 
«Si permanecéis en mi palabra» —dice Jesús— «seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». 
En tiempos de prueba como el que estamos viviendo, cuando muchas cosas que parecían seguras se tambalean encontramos en Jesús esas «palabras de vida eterna» que, como reconoció San Pedro, solamente Él tiene. «Señor ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna».
Fieles a las promesas, Sidrac, Misac y Abdénago se enfrentaron sin miedo al dolor y a la muerte, recibieron la visita de Dios en medio de las llamas y —alegres— entonaron un cántico de bendición.
Dice la carta a los Hebreos que el diablo somete a los hombres a la esclavitud del pecado por el miedo a la muerte. Es el miedo a perder esta vida lo que nos ata y nos impide vivir nuestra vocación de hijos de Dios. Pero en la Cruz Jesús vence a la muerte y nos llama a vivir sin miedo, con la libertad maravillosa de los hijos de Dios. 
Ayer oí el testimonio de un sacerdote que ingresó hace unos días con su madre en un hospital, infectados los dos por el coronavirus. Él se ha curado pero su madre murió allí. Antes de que ella muriera él tuvo una iluminación y le dijo a Dios: «Señor no quiero que la muerte gane esta partida arrebatándome a mi madre de modo que, voluntariamente, te la ofrezco junto con mi dolor». En el fondo no decía algo distinto de lo que dijo Jesús: «Nadie me quita la vida sino que Yo la doy libremente. Tengo poder para darla y poder para recuperarla». Nosotros tenemos ese mismo poder en Cristo. Ese sacerdote sintió un gran consuelo y una gran liberación. Ya curado, reconocía con humildad que ahora tenía que empezar una nueva vida y que esperaba vivirla con más gratitud y abandono en Dios. 
San José, acudimos a ti, varón fiel a quien Dios eligió como guardián de Jesús y de María. Que en medio de las dificultades de esta vida sepamos servir, como tú, al Señor y a nuestros hermanos. Santa María, Virgen fiel, ruega por nosotros. 

3 comentarios:

  1. Yo también voy a poner desde hoy especial devoción a San José los miércoles. Gracias Pater. Liberado de la visita Ad Limina. Abrazos fraternos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Viva San José! Lo de la Visita ad limina apostolorum está difícil ahora con el coronavirus.

    ResponderEliminar

Es usted muy amable. No lo olvide.