lunes, 23 de enero de 2012

Casa propia.


Don EGM me ha regalado un ejemplar -precioso y dedicado- de Casa Propia.
Ya lo he leído todo, de rabo a cabo, comenzando por el principio que es donde acaba el libro y empieza la dedicatoria con una invitación a habitar en una casa que aún no tiene cimientos ni paredes ni tejado ni chimenea. ¡Que raro! Un humo amable -blanco y oloroso- permite deducir que allí habrá fuego. Te acercas y compruebas que ni eso está hecho, y que nada se hará si no te empeñas.
Luego viene una parte que se llama Estudio. No es una actividad. Es una habitación llena de gente sin techo -poetas, por ejemplo- que uno debe habitar antes de poner manos a la obra. Allí están Borges y Quevedo; Abel Feu, don EGM, Fidel Villegas, el lector, Lope de Vega sepultado -aunque aún vivito y coleando- bajo su soneto; una hermana del lector, Gonzalo de Berceo y la Señora que los congrega a todos.
Segunda parte Galerías. Hay que pasar por ellas sin demorarse demasiado en ellas. Allí se encuentra uno con uno y agradece al poeta que cumpla su promesa de no contar sus penas; contándonos las nuestras se retrata. Yo, que soy vanidoso, sé cuánto duele el verse retratado.
Y ahora Las ventanas. No son solo oquedades, son ventanas. ¿Qué sería de nosotros sin los otros? Sin amigos, sin música, sin libros... ¡Menos mal que hay ventanas!
La cuarta parte Y otro día, podría titularse panemnostrumquotidianum, pero no; se titula, como he dicho, Y otro día. Me dan envida los llamados poetas de lo cotidiano que ven alondras por todas partes y a todas horas. Pero aún más envidia me dan los que no viven entre laberintos de mirtos ni se despiertan con los rosados dedos de la Aurora. Pensar que hasta un poeta tiene horarios, la verdad, me reconforta mucho.
Al final Buenas noches. Empieza con Acto de defunción que me ha recordado -no sé por qué- un poema de Fernando Aramburu titulado Ayer. Y luego viene eso, un entrgarse al sueño débilmente... nos hemos dado al lujo de olvidar... dormida no te beso, y, otra vez, la muerte misteriosa por simple. Te Deum, Epitafio... y, al final, los cimientos De nuevo.

3 comentarios:

  1. Ya vemos que le ha gustado el libro, Don Javier. Me alegro por usted.

    Y por Don Enrique.

    Y por nosotros sus lectores.

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  2. ¿De verdad? ¿Lee usted a don EGM? ¿Sí? ¿Por qué no viene a verme?

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  3. Muchas gracias a los dos. Es un excelente recorrido por mi libro, le saca una música que no sé si tiene la partitura, pero da gusto...

    Abrazos,
    E.

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Es usted muy amable. No lo olvide.